6 de julio de 2010

Oda a una extraña

Tiñe tus ojos húmedos, de líquido hiriente, de verde ponzoña, con odio desmedido y años de rencor ciego. Finges el despropósito de tu apariencia, con retazos de bondad mentirosa y grotescas muecas sonrientes. Te giras, te vuelves y maldices entre dientes.

La niebla se espesa tan rápido como un suspiro de enamorado, envolviendo el presente y el pasado, tu cara marchita, todo lo que nos ha pasado. Aspavientos espasmódicos, violentos, desgarran la espesura blancuzca, descuartizan el aire y entierran tu mente en lo más hondo de tus entrañas, pero no logras atraparme. Te oigo gemir de rabia.

Te duele.

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