Imagina un western y una roadmovie rodada por Kubrick, donde la violencia gratuita y el salvajismo imperan en toda la obra, haciendo de la máxima de "la ley del más ¿fuerte?" bandera.
Durante los primeros capítulos te abruma la sensación del despropósito, de la carencia de valores, pero a medida que avanza la historia y el viaje, los personajes van adquiriendo una marcada personalidad diferenciadora, un "modus operandi" o modo de vida que, cuanto menos, le dan sentido a sus acciones.
Uno de los aspectos que más me han "chocado" de esta novela a sido las conversaciones filosóficas que entablan, de cuando en cuando, el Juez y compaña. Tan pronto están descabellando a un indio o montando una carnicería a tiros como debatiendo del existencialismo del ser humano al abrigo de una fogata.
Durante los primeros capítulos te abruma la sensación del despropósito, de la carencia de valores, pero a medida que avanza la historia y el viaje, los personajes van adquiriendo una marcada personalidad diferenciadora, un "modus operandi" o modo de vida que, cuanto menos, le dan sentido a sus acciones.
Uno de los aspectos que más me han "chocado" de esta novela a sido las conversaciones filosóficas que entablan, de cuando en cuando, el Juez y compaña. Tan pronto están descabellando a un indio o montando una carnicería a tiros como debatiendo del existencialismo del ser humano al abrigo de una fogata.
Pese a todo resulta una novela altamente entretenida, pese a las rutinas, a la monotonía paisajística, a que partes de la obra tienen más riqueza narrativa que otras (no es homogénea), en su conjunto, resulta recomendante, más aun en este periodo estival. Procura tener agua cerca.
Estamos en los territorios de la frontera entre México y Estados Unidos a
mitad del siglo XIX. Las autoridades mexicanas y del estado de Texas
organizan una expedición paramilitar para acabar con el mayor número
posible de indios. Es el llamado Grupo Glanton, que tiene como líder
espiritual al llamado juez Holden, un ser violento y cruel, un hombre
calvo, albino, sin pestañas ni cejas. Nunca duerme, le gusta tocar el
violín y bailar. Viola y asesina niños de ambos sexos y afirma que nunca
morirá. Todo cambia cuando los carniceros de Glanton pasan de asesinar
indios y arrancarles la cabellera a exterminar a los mexicanos que les
pagan. Se instaura así la ley de la selva, el terreno moral donde la
figura del juez se convierte en una especie de dios arbitrario.
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